martes, 26 de mayo de 2009

Mosquitos

Dicen que en Huelva ya no hay mosquitos. Que casi han desaparecido desde que la Diputación pusiera en marcha a mediados de los años 80 un servicio que ha acabado con nuestra rémora marismeña y nuestra mala fama de tierra picajosa. Será verdad, pues no es cuestión de discutir con efectivos destructores de larvas, y no seré yo, desde luego, quien lo haga. Pero sucede que es ahora cuando más mosquitos veo en la provincia. Una vieja especie contra la que convendría la puesta en marcha de un servicio de extinción único y específico. Llevan años criándose, agazapados, y han encontrado un hábitat de expansión perfecto en la crisis, una suerte de selva tropical idónea para la transmisión de unas enfermedades que siempre acaban afectando a los más débiles. Nunca vi tantos en Huelva –ya digo– como en estos tiempos oscuros. Vivir de la sangre ajena es algo que a algunos se les da muy bien cuando llega el abismo económico. Ejemplos los hay a mansalva, como aquellas nubes de insectos que devoraban bañistas en la Punta Umbría de nuestra infancia. Estos mosquitos que ahora proliferan se valen de las vacas flacas para chupar de donde más les gusta: las administraciones públicas. Previa mediación de chantaje en forma de Expediente de Regulación de Empleo, por supuesto. Es decir, que anuncian el despido de 200 o 300 trabajadores para luego encaramarse cómodamente en el brazo de papá Estado o mamá Autonomía y comenzar a chupar. Lo extraño del asunto es que las primeras picaduras causan un extraño y masoquista Síndrome de Estocolmo que acaba provocando que a las administraciones les vaya el rollo chupóptero y se dejen ordeñar con total naturalidad. Así que la única receta que se les ocurre es el aután, un remedio temporal sin ningún futuro. Las grandes palabras, las grandes reuniones (al más alto nivel, faltaría más) y los grandes planes no dan ningún miedo a los mosquitos, que siguen campando a sus anchas por una tierra tan secularmente acostumbrada a que le chupen la sangre que ha acabado por cogerle el gusto.

Publicado en El Mundo-Huelva Noticias el 26 de mayo de 2009.

martes, 19 de mayo de 2009

La moral imputada

Lo único que se le ha ocurrido al PSOE respecto a la imputación del ex alcalde de Bollullos, Carlos Sánchez, y de la diputada provincial de Agricultura, Rosario Rosado, por presuntos delitos de prevaricación, fraude en la contratación, malversación de caudales y falsedad documental es atacar al abogado de la acusación, José Carlos Hernández Cansino, del PP. Interesante estrategia. «El que lleva este caso tiene poco futuro en política, no tiene credibilidad en su pueblo, ya lo conocemos y tiene poco que decir». Me pregunto –por preguntarme algo– qué tendrá que ver la credibilidad política de un letrado con el caso en cuestión que investiga un juzgado de La Palma. Me pregunto –por preguntarme algo– si el que ha imputado a estos responsables públicos es el abogado de la acusación o mismamente el juez, que ya se sabe que suele ser un señor que es bueno cuando me da la razón y malo cuando me la quita. Las imputaciones dejan al personal descolocado, como en fuera de juego permanente. Rajoy es ya catedrático en eufemismos y en capotear a la prensa a cuenta del caso Gürtel, un turbio asunto sobre el que se dan muy pocas explicaciones. El PSOE –y hace bien– las pide a diario. Lo que extraña –digamos– es que este mismo partido se niegue a darlas cuando los imputados caen de su bando. O sea, la doble moral: una compañera de viaje demasiado habitual de los políticos. El viejo Groucho Marx: «Estos son mis principios; si no le gustan, tengo otros». Dice el PSOE que el abogado en cuestión es «rechazado por su propio partido». Supongo que, oído este irrefutable argumento, el juez de La Palma pedirá perdón a Sánchez, Rosado y dos ediles socialistas más por haberlos imputado en la causa por presuntas irregularidades en unas obras del parque Ramos Mantis de Bollullos. ¿Qué hacer con los imputados propios, al margen de decir simplezas? He ahí la cuestión en la que se ahogan los partidos. Unos callan, otros acusan a la luna. ¿Por qué no esperar prudentemente y acatar lo que diga la Justicia? Ah, la lógica, ¿dónde se habrá metido?

Publicado en El Mundo Huelva Noticias el 19 de mayo de 2009.

martes, 12 de mayo de 2009

Escampa

Siempre escampa después de la tormenta. Esta máxima tan usada por políticos y gobernantes se ha vuelto a hacer sufriente realidad estos días. En plena tempestad del caso Mari Luz, a Juan José Cortés le prometieron el oro y el moro, poco menos que un cambio radical en un sistema, el judicial, que parece abocado a la parálisis eterna no sabemos en virtud a qué extraña plaga bíblica. El padre de la niña asesinada no buscaba hombros sobre los que llorar, sino cambios drásticos que impidieran que algo parecido volviera a ocurrir. Los presidentes del Gobierno y la Junta, el ministro, el líder de la oposición, consejeros de pelaje vario y políticos de toda condición hablaron durante aquellos días tormentosos de la conveniencia de emprender una drástica transformación de la Justicia, que era lo que demandaba una sociedad que asistía atónita al derrumbamiento de uno de sus pilares fundamentales. Pero como siempre acaba escampando, estos días, ya digo, nos hemos dado de bruces con la realidad diaria de nuestros juzgados con el cese del funcionario de refuerzo del Juzgado de Instrucción 1, encargado mismamente del caso Mari Luz, a quien la Consejería no ha considerado oportuno renovarle su contrato, lo que ha provocado las lógicas protestas del padre de la niña y de la propia Fiscalía Provincial de Huelva, ya que esta decisión causará un retraso considerable en la instrucción. Los ríos de tinta derramados tras el asesinato de la pequeña del Torrejón se han secado. Las voces que clamaban por un cambio radical en el sistema judicial han dejado de oírse. Ha escampado. Y la realidad de los juzgados sigue siendo la misma: falta de medios humanos y materiales. O sea, inversiones. O sea, una apuesta decidida por que la Justicia funcione con un mínimo de diligencia. Una prueba evidente de que algunos responsables públicos sólo entienden su actividad a golpe de titulares. Al funcionario de refuerzo que mandaron a Huelva para que algunos se callaran le acaban de enseñar la puerta de salida, el sumidero por el que se va el agua cuando al fin escampa y algunos respiran aliviados. Hasta la próxima tormenta.

Publicado en El Mundo-Huelva Noticias al 12 de mayo de 2009.

martes, 5 de mayo de 2009

Tontos de gripe

Al cerdo, que esta semana celebra en Aracena un congreso mundial de su pieza más preciada, le han fabricado un enemigo invisible y poderoso, una gripe que está causando un daño más potente que el propiamente físico y sanitario: el del miedo. El resultado de la idiocia mundial respecto a este tema lo acabamos de ver reflejado en la extravagante decisión adoptada por Rusia, que ha decidido prohibir la importación de carne de cerdo y sus derivados procedentes de España, a pesar de las evidencias científicas que aseguran que esta gripe no se trasmite por su consumo. La globalización llevada al límite conduce a extremos tan surrealistas como los que estamos viviendo estos días. He oído ya a un buen puñado de científicos de toda calaña sostener que los síntomas que causa esta nueva gripe son aún más leves que los de la gripe común. De momento, sólo tenemos un puñado de casos confirmados de muertes, a pesar de lo cual se ha creado un estado de alarma que parece evitar la extinción de los humanos. Ante este panorama artificial, Rusia decide que no va a importar –por ahora– más carne de cerdo de España, lo cual quiere decir que los científicos deben añadir un nuevo síntoma a la lista de los provocados por la nueva gripe: la tontura. Podemos hablar de cifras para comparar. La gripe común mata anualmente a medio millón de personas en todo el mundo sin que ninguna de ellas salga en los periódicos ni en los telediarios. El sida acaba con la vida de dos millones de seres humanos al año. Y la malaria, con tres millones, entre ellos 3.000 niños al día. La diferencia es clara: la nueva gripe no ha llegado a África. Cuando se asiente en ese continente y empiece a matar a discreción, dejará de ser noticia destacada: como la malaria y el sida, que causan estragos entre los desdichados africanos. Es la diferencia entre los humanos de primera y los humanos de segunda. Por ahora, la gripe porcina es un asunto europeo y desarrollado. O sea, primordial. Y si hay que acabar con la industria del cerdo, se acaba. Hasta la próxima pandemia mediática.

Publicado en El Mundo Huelva Noticias el 5 de mayo de 2009.