martes, 24 de noviembre de 2009

Peatonal

Habida cuenta del debate generado en la ciudad, haría bien el alcalde en sumarse a la extraña manía de las hojas de rutas y poner en marcha una para la Gran Vía. Mismamente ayer, Pedro Rodríguez comenzó a plantear la posibilidad de que esta arteria nacida de los ensanches de la posguerra sea peatonal. Esta decisión la marcará la opinión de la ciudadanía, dijo. La mía es ésta: no peatonalizar la Gran Vía sería desaprovechar una oportunidad histórica que acabaremos lamentando. Para convencerse basta con recordar la visión de esta calle siempre oscura y triste literalmente tomada por los onubenses el fin de semana previo a su reciente apertura, aquellos dos días de principios de noviembre en que fue plenamente peatonal. El gran Rafael El Gallo decía que perfecto es aquello que está bien arrematao. Pocos pueden poner en duda el buen trabajo que se ha hecho en la Gran Vía, que luce de una manera absolutamente desconocida para los onubenses, diáfana y planita. Falta, sí, arrematarla. Es decir, peatonalizarla. El actual coitus interruptus no parece que haya dejado a nadie, claro, con un buen sabor de boca. Si el Ayuntamiento tiene dudas –que, lógicamente, puede tenerlas– debería recordar que la ciudad ha seguido funcionando mientras los vehículos no podían circular por la Gran Vía por las obras. Quiere decirse que el mundo siguió girando (y con él, Huelva) a pesar de que no había parada de autobuses ni de taxis en la plaza de las Monjas, dos de las principales quejas de los comerciantes del centro, cuya opinión parece que ha acabado prevaleciendo, por ahora, en todo este asunto. Es decir, que no entiendo en qué perjudica al comercio que la Gran Vía sea peatonal y que las paradas de taxis y autobuses estén 50 metros más allá de la plaza de las Monjas. Dice Pedro Rodríguez que los políticos han de tener olfato para detectar lo que piden los ciudadanos. El cocido, en este caso, huele desde las escaleras. El alcalde, seguro, ya lo ha olido. Viendo sus éxitos electorales, podría decirse que lleva 14 años oliéndolo. Queda, eso sí, arrematar la faena.

Publicado en El Mundo-Huelva Noticias el 24 de noviembre.

martes, 10 de noviembre de 2009

La mala conciencia

Más de 5.000 personas aclamaron el sábado al Niño Miguel en un concierto-homenaje en Huelva. Yo no estaba entre ellas, aunque admire profundamente al guitarrista. O precisamente por eso. No lo sé, sinceramente. Todos conocemos la historia desgraciada de este hombre maltratado por la vida. Es absurdo añadir detalles de patetismo. El Niño Miguel es un drama andante por sí sólo, sin necesidad de la habitual literatura efectista que se escribe en torno a él. La paradoja es terrible, pero muy cierta, real como una vida que lleva años descarrilando. 5.000 personas aclamándole. Muchos de ellos lo habrán visto en alguna ocasión, indiferentes, tirado en la calle, como desgraciadamente acostumbra. Apenas un mes antes de este homenaje y unos días antes de que le ingresaran, lo volví a ver por donde suele arrastrar su desgracia, calle Vázquez Limón. Se tambaleaba en la puerta de un bar ante la mofa indecente de un grupo de chavales y la frialdad general de los viandantes. Incluida la mía, por supuesto. Al poco tiempo estaba Miguel encima de un escenario, glorificado por las mismas gentes que tantas veces han pasado a su lado sin reparar siquiera en su tragedia. Reconozco la excesiva dureza de la palabra hipocresía, pero no se me viene otra a la cabeza, sinceramente. Quiere decirse que el lavado de conciencias fue general. Supongo, con todo, que habrá que mirar el lado positivo: se ha recaudado una importante cantidad de dinero para que el Niño Miguel pueda intentarlo de nuevo, aunque en ocasiones anteriores haya resultado infructuoso. Me alegro por él y por los que de verdad le quieren (Camilo Gómez, Arcángel, José Luis Rodríguez y algunos otros al margen de su familia, claro). Yo, ya digo, decidí finalmente no acudir, aunque mi primer impulso fuese el contrario. Mientras sigo con mi mala conciencia, sueño con no volver a encontrármelo por la calle hecho un guiñapo y con que la aclamación no vuelva a ser, de nuevo, indiferencia. Aunque mucho me temo que lo será.

Publicado en El Mundo-Huelva Noticias el 10 de noviembre de 2009.

martes, 3 de noviembre de 2009

El campo parado

El malestar, digamos, que afecta a la economía ha vuelto a demostrar lo absurdamente panfletarios que pueden llegar a ser nuestros dirigentes. Se ha hablado, mismamente, de refundar el capitalismo, como si eso fuera posible. Y se ha hablado, también, de crear un nuevo orden económico mundial, como si estuvieran refiriéndose a los miles de millones de personas que llevan padeciendo una cruel y gravísima crisis desde que el hombre es hombre. Esta forma de gobernar a golpe de actualidad no puede más que conducir al fracaso más estrepitoso. El capitalismo seguirá los cauces que siempre ha tomado, por lo que medio planeta se mantendrá al margen de cualquier tipo de bonanza económica que lleve aparejado comer dos veces al día. Así las cosas, la crisis también ha traído a la provincia de Huelva viejas cuestiones que parecían olvidadas por el peso de la maquinaria capitalista. Algunos sindicalistas y políticos andan estos días preguntándose de quién es el campo, en una suerte de viaje al pasado que no parece que vaya a solucionar mucho los gravísimos problemas de desempleo que padecemos los onubenses. Entienden los sindicatos que la campaña de la fresa debe ser un aliviadero por el que se cuelen muchos parados españoles para poder trabajar. Pero parece que entienden mal. Por dos razones, en principio de peso. Primero: los trabajadores locales no quieren. Segundo:los empresarios no quieren. Ante este panorama desolador, asegura el secretario general del PSOE de Huelva que todavía es pronto para que haya cambiado «la mentalidad». Es decir, que el español no trabaja en el campo porque no quiere ser un rumano. En los años 60 éramos polacos, pero hoy somos suecos. Un respeto. Convendría, con todo, que abandonásemos los debates ridículos y pasásemos a la acción. Los oscuros tiempos que vivimos así lo requieren. Si en el campo hay trabajo y acumulamos 47.000 parados, habrá que arbitrar los mecanismos para conjugar es lleno y ese vacío. Por muy europeos que nos creamos.

Publicado en El Mundo-Huelva Noticias el 3 de noviembre de 2009.