martes, 15 de diciembre de 2009

Monjas

El presupuesto que la Diputación de Huelva acaba de aprobar para 2010 ha devenido en un jaleo de monjas agraviadas, lo cual tiene un punto surrealista que le viene muy bien al aburrido panorama político onubense. Resulta extrañamente almodovariano comprobar cómo la oposición le zurra el parche a Petronila Guerrero a cuenta de haberle quitado la subvención anual a las Hermanas de la Cruz tan sólo unas semanas después de otorgarles la Medalla de Oro de la Provincia por la excelente labor que se supone que desempeñan. La Diputación la ha puesto botando. Es decir, tome usted este cordón cerrado por un cilindro dorado pero déjelo inmediatamente en una casa de empeños para poder seguir haciendo su maravillosa labor social. Una hipocresía de Perogrullo, si se me permite la expresión. Las cuentas provinciales han dado mucho de sí. Tanto, que IU ha acusado a la presidenta de una cosa muy seria: financiarse con dinero público su carrera a la Alcaldía de la capital, por las partidas que van a dedicarse a «publicidad y autobombo». Barrero, que fue el que levantó la perdiz, ya dijo el otro día que del asunto del candidato/a del PSOE no se hablaría hasta que España dejara la presidencia de la Unión Europea (?), como si estuviéramos hablando aquí de otra coincidencia planetaria Obama/Zapatero. El caso es que la presidenta ha negado la mayor y ha defendido la «austeridad» de las cuentas. Esta estrechez económica la han notado mayormente las organizaciones sociales, que el año próximo no recibirán la subvención que la Diputación les venía otorgando. Entre ellas están las Hermanas de la Cruz, pero también la Asociación Contra el Cáncer, el Teléfono de la Esperanza, Huelva Acoge o Unicef. Sólo una se ha escapado de la criba, Valdocco, casualmente dirigida por el marido de una concejala del PSOE en el Ayuntamiento de Huelva. Las casualidades –ya saben– no existen en política. Por contra, el abrazo del oso sufrido por las monjas de la plaza Niña ha sido una mera coincidencia, una mueca de la maldita crisis. Nunca falta dinero, en cambio, para la autoelevación a los altares.

Publicado en El Mundo-Huelva Noticias el 15 de diciembre de 2009.

martes, 8 de diciembre de 2009

Sánchez

Carlos Sánchez, el ex alcalde de Bollullos, es un disparate en sí mismo, una suerte de absurdo elevado a la más alta categoría dentro de lo berlanguiano. Algo así como un extraño y siniestro niño grande metido a político. Llevo mucho tiempo preguntándome qué ganan los partidos políticos teniendo en sus filas a tipos como éste. Supongo que una Alcaldía –la disfrutó en el pasado el PSOE en Bollullos y puede volver a conseguirla en el futuro– es una pieza lo suficientemente codiciada como para mirar para otro lado cada vez que señores así abren la boca y dicen cosas como las que afirmó Sánchez sin inmutarse la pasada semana en una memorable (es un decir) rueda de prensa que merece estar en la vitrina más destacada de la Casa de los Horrores. El ex regidor bollullero, hoy presidente de la Mancomunidad de Aguas del Condado, está imputado por un juzgado de La Palma por las obras de reforma del parque Ramos Mantis cuando él estaba sentado en el sillón de mando y comandaba el timón tranquilo de sus dominios. A Sánchez –y a tres concejales de su antiguo equipo de gobierno– se le acusa de delitos que parecen graves: prevaricación, falsedad documental, malversación y fraude en la contratación. Pero asegura el ex alcalde en su descargo que el parque «ha quedado precioso», afirmación descriptiva que le lleva al siguiente argumento demoledor, que supongo habrá tenido en cuenta el juez que investiga los hechos: «El cien por cien de las parejas que se casan en Bollullos y en los pueblos del entorno van a hacerse fotos al parque». Entiende Sánchez, claro, que la Justicia está investigando la belleza o la fealdad del recinto, con un tribunal compuesto por catedráticos de estética que decidirán sobre si los novios quedan monos allí puestos en tal o cual postura cursi. Si, con todo, resultara que es feo, el ex alcalde se guarda un as en la manga, que ya enseñó el otro día: La imputación es sólo «por temas administrativos». Ítem más: «las 52 rotondas que Pedro Rodríguez hizo en Huelva también son trámites administrativos». Lo dicho: el increíble caso del extraño niño grande.

Publicado en El Mundo-Huelva Noticias el 8 de diciembre de 2009.

martes, 1 de diciembre de 2009

Oscuro lince

Los linces se mueren. ¡Qué cosas! También demasiada gente tiene la ocurrencia de fallecer, dirán algunos. Sucede, sin embargo, que de estos felinos sólo quedan en la provincia –y casi en el mundo– unos 65 ejemplares. El fallecimiento simultáneo en Doñana de dos hembras reproductoras ha vuelto a disparar las alarmas y a abrir un debate cansino, ciertamente agotador, en el que muchos onubenses continúan viendo a este animal como un problema o un obstáculo para su desarrollo. Quiere decirse que algo está fallando muy profundamente cuando, a estas alturas, muchos no acaban de entender el asunto esencial de la conservación de la naturaleza y de la convivencia con nuestro entorno. Es decir, que no termino de comprender a qué viene tanto dineral invertido en evitar que el lince se extinga si no se destina una parte a concienciar a la población que vive con ellos de la importancia de tal inversión. Dice la consejera de Medio Ambiente, Cinta Castillo, que una de las hembras falleció por una indigestión de conejos. La causa de la muerte de la otra aún se está investigando. Más allá de increíbles y extraños empachos, sorprende que la Junta se haya negado a concretar la razón, identidad y localización de ambas muertes. Sus nombres –Centaurea y Bruma– y los lugares en los que se encontraron sus cadáveres –Hinojos y Moguer– han trascendido porque los ha hecho públicos el portavoz de Ecologistas en Acción, Juan Romero. Este oscurantismo como de CSI chungo y cutre –criticado ayer por el propio director de la Estación Biológica de Doñana, Fernando Hiraldo– no puede más que provocar que aumente la alarma ante el temor de que una nueva enfermedad contagiosa esté atacando a estos felinos. Y provoca, además, que siga creciendo el muro que separa todavía al lince de los habitantes de su entorno. Si la Junta no entiende que en la conservación del lince va incluido el derribo de esa pared, se habrá avanzado poco en el futuro de un animal que sigue fiando su destino al buen hacer de una administración que, cuando vienen mal dadas, prefiere esconderse en su madriguera.

Publicado en El Mundo-Huelva Noticias el 1 de diciembre de 2009.